Es la transición que hemos
vivido entre Florencia, Bolonia, Módena y Garda. La carretera entre la primera
y Bolonia fue preciosa. Montañas, todo verde, desviación a Imola incluida y
curvas, muchas curvas. Fue un placer...a pesar del calor. Hasta las lagartijas
estaban a la sombra (las lagartas no, ésas bien al sol). Llegamos a Bolonia con
el tiempo justo para comer y marcharnos a Ducati. Comemos en el suelo, en la
acera, al lado de una frutería. Compramos tomates, zanahorias, albaricoques y nectarinas.
El hombre nos barrió la moquetilla y allí nos pusimos a hacer los bocatas. Más
tirados difícil, pero encantados. Y pa Ducati. Al final aparqué dentro,
como propietario que soy, pero me dio cosilla. Los demás fuera. Vimos motos,
historia, camisetas y mucho color rojo. Lo más llamativo, al menos para mí, es
que las motos de Moto GP no son ya rojas, sino naranjas. Es por las
televisiones de alta definición. Si fueran rojas, se verían marrones, y al
hacerlas naranjas, se ven rojas como siempre. Impresionante detalle. Y vaya si
son naranjas, y juro que en la tv se ven rojicas rojicas.
Luego por polígonos de
mierda llegamos a Módena a buscar un camping. Vaya tela la piscina panorámica...a
5 m bajo la autopista, podía caernos un camión en cualquier momento. Igual que
en la tienda. Infame, pero nos reímos bien. Panorámico decía el tío del
camping, con dos cojones. Tras una infame noche, nos fuimos para Maranello.
Joder cuánto Ferrari. No daba crédito. Entre los nuevos modelos camuflados que
encontrábamos, el Enzo, el museo, la casa de alquiler...mierda, yo no he nacido
para ser paupérrimo.
Quiero un Ferrari 458
Italia cabrio. Y ya. Si no, no me gusta. Jaime y Fefo vieron un F1 dando
vueltas en el circuito de pruebas, y hablamos con un Segoviano niñera de
periodistas franceses que venía a una presentación. Se metió con mi moto, y le
habría sacado los ojos entre terribles sufrimientos, pero lo dejé correr. Me
quedé con su nombre, por si acaso: Enrique Vilches. Tío, la has cagado
conmigo...;P
Y por fin llegaba la parte
bonita del viaje: Garda. El camino infame, mejor ni comentarlo, pero la llegada
y la primera vista del lago fue indescriptible, 2 años deseando conocer ese
sitio, y por fin lo veo. Y sobre mi querida Ducati (tras haberla llevado a su
casa, Borgo Panigale) y con mis amigos. Sólo podría mejorar con otra persona
más, pero lo imposible es imposible. Camping al borde del lago con playa
privada, pisci y zona wifi...ya era hora coño!! Hicimos muy poco ya, pero la
sola vista del lago al atardecer mereció cada gota de sudor que derramamos a
diario. Cerveza y pizza y a dormir.
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