Creo que es una película
moñas, pero debieron rodarla en Enero. Debería llamarse, por hacer justicia,
"bajo el abrasador sol de la Toscana". Madre mía, no sé cuantos
litros de sudor puede perder una persona sin morirse. Me temo que lo
comprobaremos. Nos hemos dado un comienzo de mañana tranquilo: piscinita
haciendo el Keiko delante de guiris que, para mi asombro, se reían, cervecita y
charla. Todo regado con gorros lamentables. No hay dignidad posible, ni lo
intentéis. El destino de hoy es Firenze, pasando por la medieval San Gimignano.
Empaquetamos todo y nos lanzamos a la carretera. El paisaje va mejorando
conforme subimos, y las carreteras toscanas son una delicia...salvo por los
casi 40 graditos que tenemos. Cada parada para comprar agua nos da la vida.
Hace tiempo que ya no usamos ropa de moto. En su lugar, vamos tranquilitos y
con pantalones cortos y camiseta. Queridos padres, espaldera llevamos, así que
no os preocupéis. De verdad que vamos despacio, pues yo he hecho más km que
nunca con un depósito. Curva va, curva viene. Nos cruzamos con pocos coches y
casi ninguna moto. Está claro que no es la época. El que diga que las motos son
para el verano...que lo pruebe. Menuda chorrada. Tras una bonita ruta, llegamos
a la ciudad medieval en miniatura, como dicen: San Gimignano. La entrada es
off-road, así que queda comprobado que no necesito una 1200 GS...la mía vale.
No se puede circular por el pueblo, así que nos damos unos garbeos a ver si
encontramos aparcamiento. Los parking son para coches, con lo que aparcamos en
la primera sombra que vimos, fuese ande fuese. Y tal como es costumbre en este
viaje, comimos allí mismo en un banco. Esto lo superaríamos más adelante…
Qué rico el choricito con
tomate de la ganadería privada Usunáriz. Eso y litros de agua hacen una
combinación perfecta. Tras eso, cambiamos siesta por paseo pueblerino.
Precioso...pero petado de gente. Las Torres típicas dan una medida de lo rica
que era la familia que la construía: cuanto más alta, más rica. José y yo nos
tomamos un helado buenísimo. La heladería había participado en el comité organizador
del campeonato del mundo de helados. Al menos, buenos eran...el de melón sobre
todo. Jaime y Rafa, se fueron a por café. Y ya no vimos más que había que
llegar a Firenze antes de que cerraran la pisci, que aquí es a las 19:00. Mucho
caló, y una entrada horrible a Firenze, pero al fin llegamos a Fiesole, donde
estaba el camping. Qué vistas, por algo se llama camping panorámico. Se ve todo
Florencia desde arriba. Maravilloso baño. En esta ocasión cambiamos tienda por
MobilHome, más barato. Ordenamos, y a cenar a la ciudad, que nos recomendó un
restaurante el primo de Jaime y Rafa, pues estuvo allí de erasmus: Buzzino. Qué
grande el tipo del restaurante. "Olio?? En el pan?? Anda hombre",
"insalata para compartire??" se descojonaba el hombre. Al final dijo:
ya hago yo lo que quiera...jeje. Cenamos estupendamente, y nos hicimos una
foto, claro está. Luego, paseito por la ciudad, único momento sin el calorazo
horrible. Duomo, diversas plazas, y sitios, galerías, parques...nos recorrimos
media ciudad, hasta dar con un parque fiestero: concierto, cervezas, y
muuuuuchas tías muy buenas. Pa quedarse si no tuviéramos aún que ver el Ponte
Vecchio y volver a por la motos. Caímos rendidos...
helado de melón... mira, ya tienes una alternativa a lo de venderte a señoras mayores... venderte a... motoristas sudorosos :P
ResponderEliminarheeyyy! qué chulo no? por cierto! esa es una de mis pelis favoritas en el mundo y sí: es muy ñoña! jejeje!! genial el post! hale! a cuidarse del calor! besu
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